La migraña, ese dolor de cabeza pulsátil que se combina con síntomas de hipersensibilidad a la luz y a los olores, es una condición neurológica que sufren millones de personas en el mundo y que suele empeorar ante el consumo de algunos alimentos y bebidas. Son comidas populares por su grato sabor y apetecibles apariencias, solo que tienen componentes provocadores de crisis migrañosas en personas que padecen la enfermedad.
La migraña está considerada como una de las enfermedades más incapacitantes alrededor del mundo y quiénes la padecen pueden llegar a tener tres o más episodios de dolor al mes. Las carnes procesadas, los quesos añejados, el chocolate, el vino tinto, el pescado ahumado y hasta las papas fritas, entre otros, son estudiados y reconocidos como activadores del dolor de cabeza del tipo migrañoso.
Los nitratos, nitritos, glutamato monosódicos y edulcorantes artificiales, es decir, ingredientes conservantes presentes en muchos alimentos procesados, aparecen de primeros en la lista que un paciente con migraña debe evitar.
Solo en Estados Unidos, por citar un ejemplo, cerca de 39 millones de personas, alrededor del 12 % de su población total, sufren de migraña. A nivel global, la prevalencia de este dolor se encuentra más en mujeres que hombres y, al ser una trastorno neurológico que ataca al sistema nervioso, tiene también una relación estrecha con ciertos desequilibrios hormonales en muchos pacientes.
La migraña no controlada genera una fuerte perturbación en el individuo, ya que disminuye su calidad de vida, imposibilitándolo con frecuencia de cumplir sus tareas cotidianas, haciéndolo perder días de trabajo e, incluso, afectándolo en sus relaciones sociales y familiares.
Una dieta libre o el bajo consumo de alimentos procesados, puede ayudar mucho a que la persona que sufre de migrañas tenga una frecuencia menor de aparición del dolor y la intensidad en que se manifiestan las crisis sea más baja y tolerable.