La dieta mediterránea viene ganando muchos seguidores en los últimos tiempos, por ser una opción alimentaria que favorece la salud del corazón, el cerebro y de todo el sistema digestivo humano. Está basada en los alimentos y recetas tradicionales de los países que colindan con el Mar Mediterráneo -de allí su nombre- que son básicamente grasas y nutrientes saludables para el consumo diario del adulto promedio.
En estos países, entre los que se encuentran Italia, España, Albania, Grecia, Francia, Egipto y Chipre, entre otros, las personas se alimentan con vegetales y frutas frescas de temporada- Todo lo cocinan y condimentan con aceite de oliva extra virgen, consumen a diario pescado azul y mariscos, así como lácteos fermentados, legumbres, cereales y muchos frutos secos.
Otros alimentos tradicionales en el Mediterráneo son los granos enteros como el arroz, las pastas y el pan, tubérculos como las patatas, con menos consumo de carnes, quesos y dulces. La cocción es siempre sencilla, utilizando mucho las técnicas del hervido, el vapor, el asado y la plancha para preparar platillos que, no obstante, son tan sabrosos como saludables.
Los nutricionistas vienen estudiando la relación existente entre las costumbres alimenticias y la salud longeva de muchos lugares del Mediterráneo, encontrando una relación directa entre dieta y la baja incidencia en enfermedades cardiovasculares o cáncer. Las vitaminas y antioxidantes que se encuentran en estos alimentos, y sus preparaciones culinarias, parecen estar relacionadas a una salud integral más favorable entre los pobladores de esa zona del planeta.
Otra de las ventajas observable en este tipo de alimentación es que la variedad de productos frescos, y la costumbre de consumir frutas de temporada, hacen que llevar este tipo de dieta sea todo menos aburrido. Cualquiera se adapta en sus gustos y necesidades, pues la mediterránea ofrece opciones para que cada quien elabore un menú diferente y gustoso cada día.
Sin embargo, todo en exceso es contraproducente. Un consumo desproporcionado de aceite de oliva, por ejemplo, puede provocar una eventual ganancia de peso y generar problemas de salud cardiovascular a largo plazo, debido a la grasa visceral formada por el cuerpo.
Como la dieta mediterránea no privilegia el uso de lácteos enteros, la persona que la realiza puede presentar pérdida de calcio en los huesos y enfermedades posteriores como la osteoporosis o osteopenia.
Aun así, si se logra un buen balance entre los alimentos y se realizan entre tres a cinco comidas diarias, la dieta mediterránea es sin duda como una opción magnífica para mantenerse en forma y en perfecta salud incluso en la edad de los años dorados. Todo con moderación y una buena dosis de ejercicios diarios.