Tal vez no sean más populares que los perros, pero los gatos tienen hasta tres días al año en los que se les celebra su existencia. Y uno de ellos es, precisamente, el 20 de febrero Día Internacional del Gato, fecha en la que se recuerda al gato Socks, la famosa mascota del ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton mientras fue habitante habitual de la Casa Blanca. Los otros dos días para los gatos son el 8 de agosto y el 29 de octubre.
Los gatos son animales que atraen las miradas y atención de muchas personas en el mundo. Los antiguos egipcios, por ejemplo, tenían una profunda admiración por ellos, pues eran considerados sagrados y asociados con la diosa Bastet, deidad de la protección, el hogar y la fertilidad. Matar a un gato en Egipto, así fuera accidentalmente, se consideraba un delito grave. Al morir, al gato se les momificaba y enterraba con gran reverencia.
En la cultura japonesa ancestral, el Maneki-neko o gato de la suerte es una figura muy popular asociada a la idea de la prosperidad, pues se se cree siempre trae fortuna a su dueño. Una hermosa leyenda nipona cuenta como la gata calicó de un monje salvó de la muerte a un hombre rico, cuando le alertó, levantando su patita, de que entrara pronto al tempo, justo antes de que cayera un rayo y destruyera el árbol en el que estaba resguardado. Desde entonces, aquel agradecido hombre fue el benefactor del templo y de la gata.
Nórdicos y celtas también han adorado a los gatos desde tiempos inmemorables. Los mininos estaban relacionados con la diosa nórdica Freyja, la deidad del amor, la fertilidad y la belleza, de quien se dice que su carro era tirado por dos grandes gatos. Para los celtas, en cambio, la veneración a los felinos viene de que los consideraron guardianes del inframundo y protectores de secretos, por lo que se les otorgaban poderes místicos y se les respetaba con gran devoción.
Existen unos lugares peculiares en el planeta, donde los felinos son considerados habitantes honorarios, que todos sus habitantes y viajeros deben cuidar y proteger por encima de cualquier circunstancia.
Estambul: desde los tiempos del impero otomano, los gatos fueron valorados en la antigua ciudad de Contantinopla por ser depredadores naturales de plagas en las casas y almacenes. Hoy día, Estambul profesa la tradición islámica heredera del gato Muezza, mascota del profeta Mahoma, por lo que todos los habitantes de la ciudad se empeñan en sus cuidados, les dan de comer, les brindan atención médica y protegen de manera comunitaria, conviertiéndolos en un símbolo de atracción turísticas para viajeros que paran en sus callejones repletos de símpaticos gatos.
Ámsterdam: la capital de los Países Bajos es reconocida mundialmente por sus cat cafés y por el Museo del Gato, con obras de célebres artistas plásticos mundiales como Rembrandt, Picasso y Toulouse-Lautrec. Otra de las grandes atracciones turísticas es el Catboat, un singular barco que sirve de refugio para los pequeños felinos de la ciudad.
Tokio: es famosa por tener numerosos cat cafés y por la presencia del poluar Maneki-neko o gato de la suerte. Incluso, la isla de Tashirojima, conocida como la Isla de los Gatos, es un lugar donde los gatos superan en número a los seres humanos que la habitan.
Kuching: es la isla de Borneo, en Malasia, conocida como la Ciudad de los Gatos, donde los símpaticos felinos significan un símbolo de la ciudad y se les ve representados en esculturas y pinturas por toda la ciudad. Es otro de los lugares del mundo donde existe un Museo del Gato, lugar donde se exhiben figuras decorativas, fotografías, cuadros y hasta algunos mininos embalsamados.