El Día Mundial del Algodón de Azúcar se celebra el 7 de diciembre para festejar el ingenioso invento de uno de los más dulces y esponjosos manjares, popular alrededor del mundo. ¿Qué niño no se alegra ante esta delicia de azúcar que encuentra en fiestas, festivales, ferias y eventos infantiles? La mayoría saltaran de contentos ante la sola presencia de su mágica máquina que los elabora.
Lo que conocemos como algodón de azúcar es una golosina que se forma por hilos de azúcar derretido, que se enredan alrededor de un palo, cono o simplemente al aire. Como tantos otros ingeniosos inventos, este dulce se originó en Italia en el siglo XV, gracias a los experimentos de algunos reposteros que probaron calentar azúcar para convertirla en caramelo líquido y luego decorar postres con los hilos de caramelo sólido que se formaban a los pocos segundos.
Sin embargo, la versión industrial del algodón de azúcar que conocemos surgió cerca 1900, cuando William Morrison y John C. Wharton presentaron en la Exposición Universal de París una loca máquina para su fabricación, un artilugio que permitía mezclar agua, azúcar y colorantes para crear hilos alrededor de palos de madera o conos de papel a partir de la fuerza centrífuga que provocaba la máquina.
A esa máquina se le dio el nombre de Fairy Floss, es decir, Seda de Hadas en su nombre al español. El nombre de algodón de azúcar se le otorgó, paradójicamente, un dentista de nombre Joseph Lascaux, quien no solo alentó el consumo de esta golosina en niños, sino que también perfeccionó la máquina de Morrison y Wharton, siendo bastante similar a la que conocemos hoy día.
La historia no nos cuenta, no obstante, si esta fue una estrategia para ver incrementada la lista de pacientes jóvenes en la consulta odontológica del Dr. Lascaux. Lo que sí es cierto, es que hoy día el método de fabricación del algodón de azúcar tiene aplicaciones médicas, entre otras la creación de tejidos artificiales en laboratorio.