¿Por qué tengo calambres musculares?

Redacción 15 December, 2025
 ©Pexels - Calambres musculares

Si alguna vez has sentido un dolor repentino en la pierna, como si el músculo se contrajera sin control muy probablemente has sufrido de calambres musculares, y aunque suele durar pocos segundos o minutos, puede ser muy molesto. Los calambres son contracciones involuntarias y dolorosas que afectan principalmente a las piernas, aunque también pueden presentarse en pies, manos o abdomen.

Hoy te contamos algunas de las razones por lasqué ocurren los calambres musculares, cuáles son sus causas más comunes, cómo prevenirlos y qué hacer para aliviarlos. Además, hablaremos de factores en la salud que pueden detonar el tener calambres musculares

¿Qué son los calambres musculares y por qué ocurren?

Los calambres musculares son contracciones súbitas, involuntarias y dolorosas que afectan a uno o más músculos. Aunque suelen durar pocos segundos o minutos, pueden ser tan intensos que interrumpen cualquier actividad, incluso el sueño.

Se caracterizan por:

  • Dolor intenso y repentino, que aparece sin previo aviso.

  • Sensación de rigidez o “nudo” en el músculo afectado.

  • Duración breve, aunque puede dejar sensibilidad o molestia posterior.

¿Qué sucede en el cuerpo durante un calambre?

Fisiológicamente, el calambre ocurre cuando hay una hiperexcitación de las fibras nerviosas que controlan el músculo, lo que provoca una contracción sostenida que no se relaja de inmediato. Esta alteración puede deberse a:

  • Desequilibrio electrolítico: Los minerales como sodio, potasio, calcio y magnesio son esenciales para la transmisión nerviosa y la contracción muscular. Cuando sus niveles bajan, el músculo se vuelve más propenso a espasmos.

  • Fatiga muscular: El sobreesfuerzo, la falta de calentamiento o mantener una postura prolongada pueden agotar la energía del músculo y alterar su capacidad para relajarse.

  • Problemas circulatorios: Una circulación deficiente reduce el aporte de oxígeno y nutrientes, favoreciendo la aparición de calambres.

En otras palabras, el calambre es una señal de que algo no está funcionando bien en la comunicación entre el sistema nervioso y el músculo, ya sea por falta de minerales, hidratación, descanso o por condiciones médicas subyacentes.

Principales causas

1. Deshidratación y pérdida de electrolitos

El agua y los electrolitos son esenciales para el correcto funcionamiento muscular. Cuando sudamos en exceso, por ejercicio intenso, clima caluroso o fiebre, perdemos líquidos y minerales como sodio, potasio, magnesio y calcio. Estos electrolitos regulan la transmisión nerviosa y la contracción muscular.
¿Qué pasa si faltan? El músculo no recibe las señales adecuadas para relajarse, lo que provoca contracciones sostenidas y dolorosas. Por eso, la hidratación no solo implica beber agua, sino también reponer minerales, especialmente si realizas actividad física prolongada o trabajas en ambientes calurosos.

2. Fatiga y sobreesfuerzo muscular

Cuando sometemos los músculos a esfuerzos prolongados o intensos, se acumula ácido láctico y disminuye la energía disponible para la relajación muscular. Esto ocurre en deportistas, personas que trabajan de pie por horas o quienes mantienen posturas incómodas.
Ejemplo común: Calambres nocturnos en las piernas después de una jornada laboral intensa. La falta de calentamiento antes del ejercicio y el estiramiento posterior también son factores clave que aumentan el riesgo.

3. Edad y cambios fisiológicos

Con el paso de los años, la masa muscular disminuye y los tejidos pierden elasticidad. Además, la circulación sanguínea se vuelve menos eficiente, lo que reduce el aporte de oxígeno y nutrientes a los músculos.
Consecuencia: Los adultos mayores son más propensos a calambres nocturnos, especialmente en pantorrillas y pies, incluso sin realizar grandes esfuerzos.

4. Embarazo

Durante el embarazo, el cuerpo experimenta cambios hormonales y circulatorios que afectan la función muscular. El aumento de peso y la presión sobre las piernas dificultan la circulación, lo que favorece los calambres, sobre todo en el segundo y tercer trimestre.
Tip preventivo: Mantener una buena hidratación, realizar estiramientos suaves y usar calzado cómodo puede reducir su frecuencia.

5. Medicamentos y condiciones médicas

Algunos fármacos alteran el equilibrio de minerales y líquidos en el organismo. Entre los más comunes están:

  • Diuréticos: usados para hipertensión, aumentan la pérdida de sodio y potasio.

  • Estatinas: empleadas para reducir colesterol, pueden causar molestias musculares.

  • Medicamentos para la presión arterial: modifican la función neuromuscular.

Además, enfermedades como diabetes, insuficiencia renal, problemas hepáticos o trastornos neurológicos incrementan el riesgo de calambres. En estos casos, los calambres pueden ser un síntoma de una condición más compleja que requiere atención médica.

6. Deficiencias nutricionales

Los minerales son esenciales para la contracción y relajación muscular. La falta de potasio, magnesio, calcio y sodio puede provocar espasmos frecuentes. También influyen las vitaminas del grupo B, que participan en la función nerviosa, y la vitamina D, que regula la absorción de calcio y la salud muscular.
Importante: Mantener niveles adecuados, como en el caso de 25 hidroxivitamina D normal, ayuda a prevenir debilidad y calambres. Una dieta equilibrada y, en algunos casos, suplementación bajo supervisión médica son claves para evitar estas deficiencias.

Factores de riesgo que aumentan la probabilidad de calambres

Aunque los calambres pueden aparecer en cualquier persona, existen condiciones y hábitos que incrementan significativamente su frecuencia. Conocer estos factores es clave para prevenirlos:

1. Sedentarismo prolongado

Permanecer sentado o acostado por largos periodos reduce la circulación sanguínea en las extremidades, lo que limita el aporte de oxígeno y nutrientes a los músculos. Esta falta de movimiento también provoca rigidez muscular, aumentando la probabilidad de espasmos. Entonces si eres de las personas que trabajan frente a una computadora durante horas sin levantarse ni estirarse eres más propenso a sufrir calambres.

2. Ejercicio en ambientes calurosos sin hidratación adecuada

El calor y la sudoración excesiva provocan pérdida de líquidos y electrolitos. Si no se reponen, el equilibrio neuromuscular se altera y los músculos se vuelven más susceptibles a contracciones involuntarias.
Hacer entrenamientos al aire libre en verano o prácticas deportivas intensas sin consumo de agua ni bebidas isotónicas puede ser una razón para tener un calambre.

3. Dietas pobres en frutas, verduras y lácteos

Una alimentación deficiente en potasio, magnesio y calcio afecta directamente la función muscular. Estos minerales son esenciales para la contracción y relajación del músculo. Las personas que consumen pocos vegetales, frutas y lácteos tienen mayor riesgo de calambres recurrentes.

4. Estrés y falta de sueño

El estrés crónico y el insomnio alteran el sistema nervioso, aumentando la excitabilidad neuromuscular. Además, el cansancio general reduce la capacidad del cuerpo para recuperarse, lo que favorece la aparición de calambres nocturnos. Dormir menos de 6 horas por noche incrementa la probabilidad de espasmos musculares, especialmente en piernas y pies.

¿Cuándo consultar al médico?

En la mayoría de los casos, los calambres musculares son episodios aislados y benignos que se resuelven por sí solos. Sin embargo, hay situaciones en las que pueden indicar un problema subyacente que requiere atención profesional. Es importante no ignorar estas señales:

1. Calambres muy frecuentes o intensos

Si los espasmos ocurren varias veces al día, interrumpen el sueño o son tan dolorosos que limitan tus actividades, puede existir una alteración metabólica, neurológica o circulatoria que necesita evaluación médica.

2. Hinchazón, enrojecimiento o debilidad muscular

Cuando el calambre se acompaña de inflamación, cambios en el color de la piel o pérdida de fuerza, podría tratarse de una lesión muscular, trombosis venosa profunda o una infección. Estos casos requieren atención inmediata.

3. Síntomas adicionales como fiebre o pérdida de fuerza

La presencia de fiebre, fatiga extrema, pérdida de peso o debilidad generalizada puede indicar una enfermedad sistémica, como trastornos hormonales, deficiencias graves de minerales o problemas neurológicos.

Consejo: Si los calambres aparecen junto con otros síntomas persistentes, no intentes automedicarte. Acude a un médico para realizar análisis clínicos y descartar condiciones como diabetes, alteraciones tiroideas o deficiencias nutricionales severas.

¿Cómo aliviar un calambre muscular en el momento?

Cuando aparece un calambre, la prioridad es reducir el dolor y ayudar al músculo a relajarse. Estos pasos son efectivos y fáciles de aplicar:

1. Estiramiento suave

Extiende el músculo afectado lentamente y sin movimientos bruscos. Por ejemplo:

  • Si el calambre es en la pantorrilla, estira la pierna y flexiona el pie hacia arriba (como si quisieras tocar la espinilla con los dedos).
    Este estiramiento ayuda a desactivar la contracción y restablecer la función normal del músculo.

2. Masaje

Aplica presión firme pero delicada sobre el área afectada. El masaje mejora la circulación y acelera la relajación muscular. Puedes usar las manos o una herramienta como un rodillo de masaje para mayor comodidad.

3. Calor y frío

  • Calor: Una compresa caliente o una ducha tibia relaja las fibras musculares y reduce la tensión.

  • Frío: Si hay inflamación o dolor residual, aplica una bolsa de hielo envuelta en tela durante 10-15 minutos para disminuir la molestia.

4. Movilización

Después de que el dolor disminuya, camina unos pasos o realiza movimientos suaves para reactivar la circulación y evitar que el calambre regrese.

Prevención de los calambres musculares

Hidratación adecuada

La hidratación es uno de los factores más importantes para prevenir los calambres musculares. El agua ayuda a mantener el equilibrio de líquidos y electrolitos en el organismo, lo que permite que los músculos funcionen correctamente. Cuando sudamos en exceso, ya sea por ejercicio intenso o por temperaturas elevadas, no solo perdemos agua, sino también minerales esenciales como sodio, potasio y magnesio.

En estos casos, no basta con beber agua; es recomendable incluir bebidas que aporten electrolitos para reponer lo que el cuerpo ha perdido y evitar desequilibrios que puedan provocar espasmos.

Alimentación equilibrada

Una dieta rica en nutrientes es clave para la salud muscular. El potasio, presente en alimentos como el plátano y la papa, ayuda a regular la actividad eléctrica de las células musculares. El magnesio, que encontramos en semillas y frutos secos, contribuye a la relajación muscular, mientras que el calcio, presente en lácteos y vegetales verdes, es indispensable para la contracción muscula.

 Además, las vitaminas del grupo B son esenciales para el sistema nervioso, que controla los impulsos que llegan a los músculos. Mantener una alimentación variada y balanceada es la mejor forma de reducir el riesgo de calambres.

Estiramientos y calentamiento

Los estiramientos y el calentamiento son prácticas que no deben faltar en la rutina diaria, especialmente si realizas actividad física. Preparar los músculos antes del ejercicio y relajarlos después reduce el riesgo de espasmos.

 Incluso si no haces deporte, los estiramientos suaves antes de dormir pueden ayudar a prevenir los calambres nocturnos, que son muy comunes en personas sedentarias o con problemas circulatorios. Dedicar unos minutos a estas rutinas puede marcar una gran diferencia.

Revisión de calzado y postura

El calzado inadecuado, demasiado rígido o el uso prolongado de tacones puede generar tensión en los músculos de las piernas y pies. Además, mantener una postura incorrecta durante el día puede comprimir la circulación y aumentar la probabilidad de calambres.

Optar por zapatos cómodos y cuidar la postura, especialmente si trabajas sentado o de pie por largos periodos, es fundamental para reducir la aparición de espasmos musculares.

¿Qué papel juega la vitamina D en los calambres?

La vitamina D cumple una función esencial en la salud muscular porque facilita la absorción del calcio, un mineral indispensable para la contracción y relajación de los músculos. Cuando los niveles de vitamina D son bajos, el calcio no se aprovecha correctamente, lo que puede generar debilidad, espasmos y calambres frecuentes. Este problema se observa con mayor frecuencia en personas con poca exposición solar, dietas pobres en alimentos ricos en vitamina D o ciertas condiciones médicas que afectan su metabolismo.

La relación entre vitamina D y calambres se explica porque la contracción muscular depende de un equilibrio preciso entre calcio, magnesio y otros electrolitos. Si la vitamina D es insuficiente, el calcio disponible para las fibras musculares disminuye, afectando la señal nerviosa que regula el movimiento. Por eso, mantener niveles adecuados de esta vitamina es clave para prevenir molestias musculares.

Si sospechas que tienes deficiencia, lo más recomendable es consultar a un médico antes de iniciar cualquier suplementación. El exceso de vitamina D puede causar toxicidad y problemas renales, por lo que la dosis debe ser personalizada. Además, existen estrategias naturales para mantener niveles óptimos, como una exposición solar segura, el consumo de alimentos ricos en vitamina D (pescados grasos, huevos, lácteos fortificados) y, en casos específicos, suplementos bajo supervisión profesional.

Los calambres musculares son comunes, pero pueden prevenirse con hábitos saludables: buena hidratación, alimentación rica en minerales, estiramientos y descanso adecuado. Si los calambres son persistentes o se acompañan de otros síntomas, busca atención médica.

NOTICIAS RELACIONADAS